La reforma del código de trabajo francés conocido como Loi Travail (Ley de Trabajo) fue anunciada por el gobierno socialista de Francia a comienzos de 2016. Se trata de una reforma compleja que abarca muchas áreas, desde el horario de trabajo hasta el 'derecho a desconectarse' (es decir, a no estar ininterrumpidamente disponible a través de dispositivos TIC). Los cambios fundamentales son el pasaje de la negociación colectiva por rama a la negociación por empresa, la reducción de las remuneraciones correspondientes a horas extras y la facilitación de despidos. En resumen, se trata de flexibilizar el trabajo.
Desde el principio, los sindicatos y trabajadores franceses y muchos jóvenes protestaron contra la ley en su totalidad, al tiempo que se había declarado el estado de emergencia en el país luego de varios ataques atribuidos al “Estado islámico”.
Las protestas mostraron una gran diversidad, tanto por su composición[i] como por las tácticas empleadas, por lo que fueron vistas como un 'movimiento'. Pusieron de manifiesto la indignación de la clase obrera, pero también la percepción de los jóvenes de que no había futuro para nadie. El Estado estaba decidido a aprobar la reforma y reaccionó con violencia contra las protestas. La reforma entró en vigor el 1 de enero de 2017, con el estado de emergencia aún vigente y acompañado por el crecimiento de la ultraderecha.