Hermes Augusto Costa |
Elísio Estanque |
El trabajo asalariado ha jugado un papel destacado en las sociedades industriales occidentales y lo continuará haciendo, no solo en el plano económico, sino sobre todo como sostén primordial de la cohesión social y del Estado de Derecho. Los progresos más importantes que se han logrado en los últimos 200 años, tales como la creación del Estado de Bienestar y sus notables conquistas en el área de los derechos humanos (por ejemplo, el trabajo digno y los derechos sociales) dan fe de la importancia de las luchas emprendidas por el trabajo organizado. Hoy, sin embargo, el problema principal radica en la inminente regresión civilizatoria que debemos enfrentar cuando nos encontramos al borde de un nuevo ciclo de barbarie similar a los tiempos de Marx (Estanque y Costa, 2013). En los últimos años, el contexto laboral portugués fue golpeado por la política de austeridad que se formalizó a partir de la presencia de la troika (Fondo Monetario Internacional (FMI)/ Banco Central Europeo (BCE)/ Comisión Europea (CE) en mayo de 2011, y se prolongó más allá de su retiro en mayo de 2014.
En el presente texto identificaremos primero algunos desafíos internos, que los sindicatos tendrán que enfrentar, así como las amenazas externas subyacentes a la política de austeridad. Expondremos asimismo algunas tareas para los sindicatos.
Desafíos internos
A lo largo de las últimas décadas se han multiplicado los factores que contribuyen a la crisis del sindicalismo en Europa occidental: (i) desagregación de los intereses de la clase trabajadora como resultado de la creciente diferenciación, segmentación y flexibilización de los mercados de trabajo, la descentralización de la producción y la creciente precarización de las relaciones salariales; (ii) falta creciente de lealtad y solidaridad de una parte de los trabajadores para con los sindicatos, como reflejo del aumento del individualismo que desvía la atención hacia intereses dispersos; (iii) presenciamos asimismo una crisis de la representatividad de los sindicatos que se traduce en dificultades a la hora de movilizar los trabajadores, debido a la baja densidad sindical.[1]
Por lo tanto, no debe sorprender que a lo largo de las dos últimas décadas el movimiento sindical fuera enfrentado legítimamente a su pérdida de representatividad. Algunos estudios de la sociedad portuguesa tuvieron como objetivo investigar hasta qué punto la población confía en los sindicatos, cuáles serían los señales de renovación del movimiento sindical, y qué influencia el mismo ejerce en la sociedad. En Portugal, este tema está relacionado con el supuesto problema de la “instrumentalización”, dado que las centrales sindicales (CGTP-IN y UGT[2]) están fuertemente vinculadas con determinadas fuerzas político-partidarias (el Partido Comunista y el Partido Socialista, respectivamente). A esto se agregan algunos factores internos relacionados con la tendencia hacia el debilitamiento que acabamos de mencionar: 1) la confianza en los sindicatos depende del nivel de atención que pueden dedicar a los nuevos segmentos de trabajadores que enfrentan las mayores dificultades para organizarse (trabajadores precarios, desocupados, etc.); 2) si los sindicatos dieran señales fuertes de renovación (mediante el aumento de la presencia de jóvenes, mujeres y militantes de base en los cargos de conducción, a través del fortalecimiento de la comunicación interna y hacia afuera, etc.), sin duda más trabajadores confiarían en ellos; 3) la fuerte burocratización de importantes sectores sindicales que se debe, entre otras razones, al peso de los afiliados de mayor edad y de competencias relativamente menores postergó por mucho tiempo la introducción de las nuevas tecnologías digitales y puso de manifiesto su incapacidad de manejar las redes de activistas en el ciberespacio; 4) la influencia de los sindicatos depende en gran medida de los éxitos concretos obtenidos en las luchas. Dado que la eficacia de las luchas sindicales no siempre se manifiesta de inmediato, la misma a menudo se convierte en un ejercicio cuantitativo (en el que se oponen el Gobierno/las empresas y los sindicatos) relativo al número de huelguistas o manifestantes, como si se tratara del único criterio para validar las demandas sindicales.
Amenazas externas: regresión civilizatoria promovida por la austeridad
La evolución de algunos indicadores del mercado de trabajo –altas tasas de desempleo, proliferación del trabajo precario, número creciente de contratos de plazo fijo, reducciones salariales, facilitación de despidos–, el despotismo recurrente de los empleadores y las decisiones políticas de los gobiernos forman parte de los factores externos que condicionan y limitan la fuerza del movimiento sindical. Todo esto se produce en una atmósfera de consolidación de la ideología neoliberal; por lo tanto, el prejuicio ideológico apunta a la estigmatización del movimiento sindical como una fuerza “conservadora” o una fuerza que “bloquea” la reforma y la “flexibilización” del mercado de trabajo. Además, gobiernos y grupos empresariales han impuesto en el discurso público la distinción entre el sindicalismo “bueno” (que negocia y otorga) y el “malo” (que defiende la “rigidez” de la legislación laboral). En este sentido, la cumbre europea del 8 y 9 de diciembre de 2011 inauguró un período de desencanto de los actores que representan el mundo del trabajo, debido al paquete de medidas legales adoptado para garantizar la disciplina fiscal. Desencanto que quedó confirmado en la siguiente cumbre, celebrada el 30 de enero de 2012, en la cual 25 estados miembros de la Unión Europea firmaron el “Pacto fiscal europeo”. En lo esencial, este implica recortes y congelamientos salariales, reducciones de los derechos de seguridad social, una caída de los niveles de empleo, costos laborales más bajos, etc. En resumen, se trata de la culminación de una serie de medidas con las que se pretende desmantelar el Estado de bienestar y empobrecer la población en general, como si por arte de milagro se pudiera relanzar la economía a partir de esta base.
En este contexto (con un número estimado de 1.2 millones de trabajadores precarios en Portugal según los datos publicados por la Asociación para el Combate a la Precariedad - Precarios Inflexibles, el 20 de octubre de 2014), la incertidumbre en torno al futuro del sindicalismo adquiere mayor complejidad. Como resultado del memorándum de entendimiento con la troika (mayo de 2011), del pacto social (enero de 2012), y de los cambios introducidos a la legislación de trabajo (Ley 23/2012, en vigor desde el 1 de agosto de 2012), en Portugal existen varias amenazas que se imponen al movimiento sindical y que se ven agravadas por la crisis: la individualización de las relaciones laborales y las contrataciones colectivas en condiciones destructivas; el debilitamiento del poder sindical en el diálogo social; y la reducción de los derechos y obligaciones acordados en los convenios colectivos, manifiesta en la caída abrupta de los “decretos de prórroga”, de 101 en 2009 a 9 en 2013 (Costa, 2012; Marques, 2014: 3).
Por último, como resultado de la política de austeridad y los cambios en la legislación de trabajo, se verifica un proceso de transferencia del ingreso del trabajo al capital que se manifiesta en la reducción a la mitad de los pagos de horas extraordinarias, equivalente a una reducción promedio de 2,3% a 2,9% del salario total de los trabajadores en 2013; en la reducción de 75% de los salarios vacacionales; y en el aumento de la jornada laboral en 1 hora sin pago adicional. Es decir los trabajadores entregan entre 7,9 y 12,8 jornadas de trabajo por año a los empleadores sin remuneración adicional alguna, equivalentes a €2.1 - 2.5 mil millones de euros adicionales en términos de excedente bruto de explotación (Leite et al., 2014).
Las tareas del movimiento sindical
Por lo tanto, el movimiento sindical de Portugal se enfrenta a una serie de tareas muy exigentes. Por un lado, debe mirar “hacia adentro” para encontrar respuestas a algunos desafíos del pasado. Pero por el otro, debe mirar “hacia afuera”, para reaccionar a la política de austeridad (y para sobrevivirla). Las tareas más importantes que deben ser enfrentadas por el movimiento sindical se resumen en los siguientes puntos:
- Reforzar la vigilancia con respecto a las condiciones en las cuales se trabaja;
- Organizar grupos con baja representación sindical (jóvenes, mujeres, desocupados, trabajadores precarios, minorías étnicas, etc.);
- Crear asociaciones y/u otras formas de actividad regular en conjunto con organizaciones no sindicales que se interesen en el mundo del trabajo;
- Reforzar la representatividad sindical en los sectores más vulnerables, sobre todo en el comercio;
- Fortalecer la democracia en el funcionamiento interno de los sindicatos, sin permitir que la actividad sindical sea condicionada por la presencia de fuerzas político-partidarias ni que se convierta en su herramienta;
- Invertir en la formación de militantes y líderes sindicales mediante programas y asociaciones con universidades y centros de investigación de reconocida trayectoria en la materia, para alentar el análisis crítico y autocrítico del movimiento sindical;
- Continuar la ola de protestas sociales en Portugal que se ha intensificado en los últimos años;
- Intervenir a nivel nacional e internacional y en las redes;
- Agregar dinamismo al sindicalismo electrónico y otorgar la importancia debida a la militancia en el “ciberespacio”.
[2] Confederación General de los Trabajadores Portugueses - Intersindical Nacional (CGTP-IN), y Unión General de Trabajadores (UGT).
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Elísio Estanque y Hermes Augusto Costa se desempeñan como sociólogos del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Economía, Universidad de Coimbra.
Referencias bibliográficas
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Costa, Hermes Augusto (2011), “Do enquadramento teórico do sindicalismo às respostas pragmáticas”, en E. Estanque y H. A. Costa (comps.), O sindicalismo português e a nova questão social: crise ou renovação? Coimbra: Almedina, pp. 13-48.
Costa, Hermes Augusto (2012), “From Europe as a model to Europe as austerity: the impact of the crisis on Portuguese trade unions” [“De la Europa del modelo a la Europa de la austeridad: el impacto de la crisis en los sindicatos portugueses”], Transfer – European Review of Labour and Research, 18 (4), pp. 397-410.
Estanque, Elísio (2012), “Trabalho, classe média e sindicalismo”, en E. Estanque y Leonardo Mello e Silva (comps.), Facetas do Trabalho na Contemporaneidade: Diálogos Luso-Brasileiros. Curitiba: Editora Appris.
Estanque, Elísio (2012), A classe média. Ascensão e declínio. Lisboa: Fundação Francisco Manuel dos Santos.
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Las opiniones expresadas en esta publicación no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Friedrich-Ebert-Stiftung.