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Karin Astrid Siegmann |
A partir de la adopción de las medidas de prevención contra la propagación del nuevo coronavirus ha surgido un nuevo tipo de héroe: la trabajadora y el trabajador esencial. Una crisis global con las características de la actual nos hace tomar conciencia de lo esencial de los cuidados y la alimentación para nuestro bienestar. La lógica subyacente es muy simple: las y los trabajadores esenciales (re)generan la vida, no generan productos ni ganancias. Por lo tanto, encabezan la lista de las ocupaciones esenciales en el contexto de las respuestas al covid-19 que fueron anunciadas por muchos gobiernos. Pero a pesar de que mantienen los engranajes de la sociedad bien aceitados y en movimiento, sus remuneraciones siguen generalmente bajas y su trabajo no se valora debidamente.[1]
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Hansjörg Herr |
La pandemia del covid-19 podría desembocar en la recesión más severa desde la Segunda Guerra Mundial. La “recesión del covid-19” de 2020/2021 será más profunda que la Gran Recesión de 2009 posterior a la crisis financiera de los años 2007/2008 y puede ser comparada con la Gran Depresión de la década de 1930.
El peligro de las recesiones profundas radica en que sus efectos dañinos, lejos de limitarse al corto plazo, pueden desencadenar largos períodos de estancamiento acompañados de crecientes problemas socioeconómicos. Que tales recesiones sean amortiguadas o, por el contrario, se profundicen, y qué acontecerá después de la crisis aguda, dependerá de las políticas que se apliquen. La contribución que acá presentamos discutirá los errores que podrían cometerse y las lecciones a aprender de las recesiones severas del pasado. Sobre esta base se exponen algunas conclusiones políticas referidas a la “recesión del covid-19”.