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| Frank Hoffer | 
 
 
 En la actualidad, las malas noticias parecen abrumadoras: Duterte, Erdogan, Jinping, Kaczynski, Modi, Orban, Putin, Trump. La lista de los líderes políticos fracasados, que sin embargo mantienen su respaldo popular, crece día a día; líderes que no fracasan en términos de maximización de su poder personal, sino a la hora de encarar las necesidades y el futuro del pueblo. Quienes avanzan son líderes machistas unidos por la simpatía por el nacionalismo autoritario y la falta de respeto por la democracia, la justicia y los valores humanistas globales. Asistimos a un movimiento tectónico global hacia el nacionalismo, el chovinismo masculino, el odio a las minorías y el enriquecimiento plutocrático. La situación que ya está difícil tiene el potencial de deteriorarse aún más.
En la actualidad, las malas noticias parecen abrumadoras: Duterte, Erdogan, Jinping, Kaczynski, Modi, Orban, Putin, Trump. La lista de los líderes políticos fracasados, que sin embargo mantienen su respaldo popular, crece día a día; líderes que no fracasan en términos de maximización de su poder personal, sino a la hora de encarar las necesidades y el futuro del pueblo. Quienes avanzan son líderes machistas unidos por la simpatía por el nacionalismo autoritario y la falta de respeto por la democracia, la justicia y los valores humanistas globales. Asistimos a un movimiento tectónico global hacia el nacionalismo, el chovinismo masculino, el odio a las minorías y el enriquecimiento plutocrático. La situación que ya está difícil tiene el potencial de deteriorarse aún más.La anodina defensa de la situación actual por las fuerzas ecologistas, liberales y de izquierda no contribuirá en nada para detener el avance de la ultraderecha. El espíritu de la época exige un cambio. Las obsesiones pseudorradicales con el lenguaje purificado y correcto y la lucha apasionada contra expresiones no intencionadas y a veces subconscientes de representantes de la corriente mayoritaria que son presentadas como micro agresiones contra grupos minoritarios no captan lo que realmente está en juego.
Para revertir la marea se requiere una visión de justicia a nivel local y global que hable a la gente, más allá de las universidades y las zonas de comodidad urbanas en vías de gentrificación. Exige a la vez, trabajar por lograr cambios de fondo y esforzarse diariamente para aliviar la vida en un mundo sin piedad e injusto.
 
 
 










 
 
 
