Crispen Chinguno |
Nunurayi Mutyanda |
Taurai Mereki |
En las dos últimas décadas, China experimentó una expansión económica masiva a escala global, acompañada de la búsqueda continua de recursos que le permitieran sostener sus altas metas de crecimiento. Este proceso convergió con la adaptación de una política económica orientada hacia Oriente por parte de Zimbabue, luego de controversias con los países occidentales. Como resultado, la economía de Zimbabue recibió fuertes inversiones chinas en varios sectores, especialmente en la minería, telecomunicaciones, infraestructura, agricultura y comercio minorista. Este documento examina la experiencia de los trabajadores en emprendimientos de inversión chinos, tomando como ejemplo los yacimientos de diamantes de Marange.
El potencial minero de esos yacimientos se descubrió en 2006, luego de que los derechos de explotación de la empresa African Consolidated Resources (ACR), de capitales británicos, fueran retirados de una manera poco ortodoxa, debido a las tensiones en las relaciones entre Zimbabue y el Reino Unido (Sokwanele, 2011).
Capitalismo ‘militarizado’
Zimbabue descubrió su principal yacimiento de diamantes, luego de que la Unión Europea y Estados Unidos habían impuesto sanciones al país. La situación política en general y las controversias legales sobre derechos mineros obstaculizaron la llegada de inversores. En estas circunstancias, el régimen se vio forzado a adoptar el modelo de capitalismo militarizado, es decir un régimen de explotación minera bajo el control de las fuerzas armadas y sus socios. Este modelo de relaciones laborales no admite sindicatos independientes. Para iniciar las operaciones de minería de diamantes en Marange, el gobierno creó una empresa subsidiaria paraestatal, estrechamente vinculada con las Fuerzas de Defensa de Zimbabue (ZDF, por sus siglas en inglés): la Mineral Marketing Corporation of Zimbabwe (MMCZ) (ibid). De esta manera comenzó la militarización de las operaciones de minería de diamantes en Marange, con sus subsiguientes consecuencias para el desarrollo de las relaciones laborales.
Nuestras investigaciones de campo mostraron que, a diferencia de otros inversores del sector minero, el proceso de trabajo impuesto por los inversores chinos se basa en el control directo y la aplicación de técnicas tayloristas, con la finalidad de limitar el poder del trabajo mediante la supervisión estrecha y la minimización de las responsabilidades de los trabajadores[1].
Las siete empresas dedicadas a la minería de diamantes en la región operan como empresas mixtas (joint ventures) o ligadas a las ZDF. Entre ellas hay dos inversiones chinas: Anjin, una empresa mixta con Matt Bronze Limited, y Jinan, que está relacionada con las fuerzas armadas chinas (Gagare, 2015). Las posiciones claves de dirección de estas compañías están ocupadas por personal militar superior de China y Zimbabue, en actividad o retirado. Centramos nuestras entrevistas en dos inversiones chinas. Por su producción, Anjin es la principal compañía minera de Zimbabue. La empresa optó por la versión militarizada del capitalismo y de las relaciones laborales. Al menos el 10 por ciento de su personal es chino, incluido los guardias de seguridad y clasificadores de diamantes, ambos grupos de calificación baja. Como único inversor extranjero, China está tácitamente eximido de la legislación migratoria que restringe el ingreso de trabajadores poco calificados.
Los trabajadores locales son reclutados por consorcios provinciales y de distrito del partido ZANU-PF (Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico). Un decreto del politburó del partido gobernante instruyó a todas las compañías de diamantes a realizar el reclutamiento a través de sus estructuras locales. De esta manera, el reclutamiento no tiene en cuenta mérito alguno y queda abierto a la corrupción. Los trabajadores entrevistados revelaron que los puestos de trabajo se consiguen a través de las redes corruptas del partido en el gobierno, a cambio de sobornos de hasta 300 dólares[2].
Anjin y Jinan emplean hasta quinientos trabajadores como máximo cada una, los que en un 80 por ciento son oriundos de la misma aldea o aldeas cercanas. El proceso de proletarización de estos trabajadores no ha sido completo, ya que siguen vinculados a una forma de vida campesina. Anjin y Jinan pagan los salarios más bajos (300 dólares, comparado con 1000 dólares en Mbada), al tiempo que introdujeron las relaciones de trabajo más coercitivas, incluido casos de castigos corporales. Las licencias por enfermedad se otorgan a criterio de los supervisores. El trabajo se divide en dos turnos de 12 horas por día, durante 19 a 26 días continuos. Según denuncian los trabajadores, no reciben remuneración alguna por horas extraordinarias; no obstante, deben presentarse sin previo aviso incluso en sus días de descanso, lo que constituye una infracción a la disposición de la Ley de trabajo que establece un día de descanso por siete días de trabajo continuo. La inspección de trabajo tiene conocimiento de las infracciones, pero no se muestra muy dispuesta a hacer cumplir las disposiciones.
Según un informante, ‘no hay empleos permanentes en los yacimientos de Marange; todos tienen un contrato a término’. Por lo tanto, se trata de un trabajo precario, con una alta tasa de recambios. Los trabajadores son convertidos en víctimas, sujetas a despidos arbitrarios. Los contratos iniciales tienen una duración de tres meses y pueden ser extendidos hasta un año, antes de que el ciclo comience nuevamente, siempre dependiendo de la impresión de que se ha trabajado bien y que el comportamiento ha sido bueno. Esto contradice la Constitución de Zimbabue y la Ley de trabajo en cuanto a la limitación de la informalidad.
Las formas coloniales de control del trabajo se reproducen en los yacimientos de Marange mediante los alojamientos de sexo único para los trabajadores. Este sistema aumenta la productividad y los controles contra robos. Como pudimos detectar en nuestra investigación, las empresas ven los alojamientos como un mecanismo de control y como forma de imponer la proletarización, a la que los trabajadores se resisten. Por lo tanto, solo algunos alojamientos están ocupados.
Los sindicatos y las huelgas
Zimbabue es un país signatario de los convenios 98 y 87 de la OIT que protegen el derecho a la organización sindical y a las negociaciones colectivas. Sin embargo, a menudo este hecho no queda reflejado en la práctica. Las empresas chinas están acostumbradas a un contexto adverso a los sindicatos independientes, por lo que intentan reproducir estas condiciones, incluso fuera de fronteras. Aunque no se ha podido desalentar la organización sindical a nivel de las plantas.
En 2009 y 2010, las dos empresas chinas tuvieron que enfrentar huelgas por salarios y contra las malas condiciones de trabajo. Todos los trabajadores bajo sospecha de integrar un sindicato o efectivamente vinculados a ellos (Unión Nacional de Trabajadores Mineros de Zimbabue y Asociación de Trabajadores Mineros de Zimbabue) fueron despedidos, lo que llevó los sindicatos al colapso. Según explicaron los trabajadores entrevistados, los incidentes violentos entre los trabajadores locales y chinos de las dos minas son comunes, pero a menudo ni se informa sobre ellos.
¿Hay otras razones que expliquen el fracaso de los sindicatos? Por sobre todo, el yacimiento de diamantes es una zona protegida de conformidad con la Ley de áreas protegidas y se encuentra bajo la vigilancia de las ZDF y la policía las 24 horas. Los sindicatos no tienen acceso a los lugares de trabajo. No obstante, un sindicato canalla, la Unión de Trabajadores de los Diamantes y Afines (ZDAWU) es el único sindicato que indirectamente está dejando sus huellas en el terreno. Los otros sindicatos fueron expulsados bajo sospecha de responder a partidos políticos opositores. ZDAWU opera fuera del yacimiento de diamantes en un centro de negocios (un complejo de fuentes termales). Los trabajadores entrevistados destacaron que no han podido relacionarse sin obstáculos con el nuevo sindicato, a pesar de que este había abierto una oficina en las proximidades de su lugar de trabajo y sus casas. Como explicó un trabajador:
Recibimos órdenes estrictas de no involucrarnos con el sindicato. Quienes tuvieron algún vínculo fueron eliminados de la plantilla. No puedo correr este riesgo. Podría perder el trabajo[3].Según los sindicatos expulsados, la ZDAWU es una organización sindical sin escrúpulos. Pero además, su aparición es un reflejo de la fragmentación y el letargo que caracterizan el movimiento sindical del país.
Nuestra investigación sobre el yacimiento de diamantes de Marange hace suponer que los trabajadores de Zimbabue cuentan con derechos sindicales, pero que éstos no siempre se reflejan en la práctica. Las empresas chinas de extracción de diamantes han reconfigurado esta realidad para reproducir un contexto sin sindicatos independientes en sintonía con el modelo de capitalismo militarizado. El engaño perpetrado por esas compañías no queda limitado a la subversión de los derechos sindicales; los trabajadores entrevistados nombraron numerosas infracciones de los estándares de salud y seguridad del trabajo. A modo de ejemplo, en Anjin los trabajadores no contaron con equipo de protección personal adecuado (PPE)[4] hasta el día previo a una inspección programada en el marco del proceso de Kimberley (KP, por sus siglas en inglés)[5]. Un trabajador se queja:
Siempre trabajamos sin zapatos de seguridad... En su lugar, la empresa nos proporcionó zapatos de lona. Sin embargo, para nuestra sorpresa un día la dirección nos hizo llegar el PPE adecuado. Después nos dimos cuenta que esto ocurrió, porque se esperaba la visita de los inspectores del proceso de Kimberley el día siguiente.Otro trabajador se desmayó debido a la falta del PPE adecuado. Por orden de la dirección este trabajador debía ser vestido con el PPE adecuado antes de la llegada de la ambulancia, para encubrir la causa del accidente.
Conclusiones
Las compañías de diamantes con actividad en los yacimientos de Marange se benefician del capitalismo militarizado que se caracteriza por un régimen de trabajo coercitivo y la violación de los derechos de los trabajadores (sobre todo, la libertad de asociación y las negociaciones colectivas). Estas empresas hacen apenas declaraciones de labios afuera o simplemente subvierten la legislación laboral y los convenios de la OIT con total impunidad. La admisión de Zimbabue al proceso de Kimberley muestra además la complicidad del capital internacional. Hemos mostrado cómo, por razones diferentes, las empresas chinas, por un lado, y los trabajadores, por el otro, se alinean con diferentes elites y redes de la ZANU PF: las empresas, para poder tener acceso, y los trabajadores, para ganarse la vida. Esto genera una relación de explotación, pero nadie asume la responsabilidad de actuar.
Las organizaciones colectivas de los trabajadores de los yacimientos de Marange no se han dispersado del todo, sino que se encuentran en un estado incipiente y en crisis, como quedó demostrado por las huelgas que los trabajadores organizaron para exigir mejores condiciones de trabajo. Sin embargo, esta situación no es exclusivamente atribuible al capitalismo militarizado, sino que refleja también la fragmentación sistémica actual, el letargo y la crisis de los sindicatos de Zimbabue.
[1] Investigación de campo, 16 al 29 de diciembre de 2014
[2] Entrevista de campo, 27 de noviembre de 2014
[3] Entrevista de campo, 27 de noviembre de 2014
[4] PPE: personal protection equipment
[5] Proceso iniciado para prevenir el comercio devastador de diamantes de guerra
Crispen Chinguno es becario doctoral (de sociología) del Instituto de Sociedad, Trabajo y Desarrollo (SWOP, por sus siglas en inglés) de la universidad de Witwatersrand, alumno de la Universidad Global del Trabajo (GLU) y codirector fundador del Instituto de Estudios socioeconómicos y laborales de Zimbabue (ZISELaR)
Taurai Mereki es codirector fundador de ZISELaR, investigador principal y alumno de la GLU de la universidad de Witwatersrand.
Nunurayi Mutyanda es investigador de ZISELaR y alumno de la GLU de la universidad de Witwatersrand.
Taurai Mereki es codirector fundador de ZISELaR, investigador principal y alumno de la GLU de la universidad de Witwatersrand.
Nunurayi Mutyanda es investigador de ZISELaR y alumno de la GLU de la universidad de Witwatersrand.
Referencias bibliográficas
Gagare , O (2015), Tension as bigwigs resist diamond merger [Tensiones por negativa de los peces gordos a la fusión]
Sokwanele (2011), The Marange diamond fields of Zimbabwe: an overview [Los yacimientos de diamantes de Marange en Zimbabue: un resumen]
Zimbabwe Independent (2012), Matt Bronze ‘front firm for military’[Matt Bronze, la ‘empresa delantera de los militares’]
Las opiniones expresadas en esta publicación no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Friedrich-Ebert-Stiftung.