Hermes Augusto Costa |
Elísio Estanque |
El trabajo asalariado ha jugado un papel destacado en las sociedades industriales occidentales y lo continuará haciendo, no solo en el plano económico, sino sobre todo como sostén primordial de la cohesión social y del Estado de Derecho. Los progresos más importantes que se han logrado en los últimos 200 años, tales como la creación del Estado de Bienestar y sus notables conquistas en el área de los derechos humanos (por ejemplo, el trabajo digno y los derechos sociales) dan fe de la importancia de las luchas emprendidas por el trabajo organizado. Hoy, sin embargo, el problema principal radica en la inminente regresión civilizatoria que debemos enfrentar cuando nos encontramos al borde de un nuevo ciclo de barbarie similar a los tiempos de Marx (Estanque y Costa, 2013). En los últimos años, el contexto laboral portugués fue golpeado por la política de austeridad que se formalizó a partir de la presencia de la troika (Fondo Monetario Internacional (FMI)/ Banco Central Europeo (BCE)/ Comisión Europea (CE) en mayo de 2011, y se prolongó más allá de su retiro en mayo de 2014.
En el presente texto identificaremos primero algunos desafíos internos, que los sindicatos tendrán que enfrentar, así como las amenazas externas subyacentes a la política de austeridad. Expondremos asimismo algunas tareas para los sindicatos.