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Jeffrey Vogt |
Antecedentes
En la fase inicial de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) de 2012, los portavoces del Grupo de los Empleadores y del Grupo de los Trabajadores se reunieron para definir una “lista abreviada” de 25 casos tomados del informe anual de la Comisión de Expertos de la OIT, para su discusión por los mandantes tripartitos de la Comisión de Aplicación de Normas (CAN) de la conferencia en la semana siguiente. Sin previo aviso, el Grupo de los Empleadores se negó a aceptar una lista final abreviada negociada que comprendería todos los casos, respecto de los cuales el informe de la Comisión de Expertos contenía observaciones relativas al derecho a la huelga. El Grupo de los Empleadores (GE) solicitó asimismo un “aviso legal” con respecto al resumen general presentado por la Comisión de Expertos[1]. Ese descargo de responsabilidad tenía un doble propósito: disminuir la autoridad persuasiva de las observaciones hechas por la Comisión de Expertos fuera del ámbito de la OIT, e intentar el establecimiento de una superioridad jerárquica (inexistente) del órgano político, tripartito —la CAN— por sobre la comisión independiente de expertos.
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João Antônio Felício |
En su documento de trabajo Working for the Few ("Trabajando para algunos pocos") la ONG británica Oxfam llamó la atención sobre una tendencia preocupante: El estudio mostró que la riqueza del 1% más rico del mundo asciende a 110 billones de dólares estadounidenses (inglés: US$ 110 trillion) - 65 veces la riqueza total de la mitad más pobre de la población mundial. En los últimos 25 años la riqueza se concentró cada vez más en las manos de algunos pocos; una elite minúscula se ha convertido en dueña de casi la mitad (46%) de la riqueza del mundo. Esta situación se ve agravada por el hecho de que la riqueza de la cúspide de la pirámide se origina sobre todo en ganancias de capital, de propiedades y de activos, pero no de salarios, como lo expuso hace poco el economista francés Thomas Piketty en su extraordinario libro Le capital au XXI siècle ("El capital en el siglo XXI"). Es inaceptable lo que ocurre hoy en día en las bolsas de valores de varios países: negocios de un volumen extraordinario que mueven sumas millonarias en el correr de un día están sujetos a impuestos bajísimos. La falta de impuestos sobre la herencia, el ingreso y las transacciones financieras internacionales contribuye a aumentar la desigualdad económica. Las estructuras de la economía actual consolidan y perpetúan las desigualdades y crean una nueva Belle Époque, en la cual el sistema del "capitalismo patrimonial" impone límites severos al ascenso de la clase trabajadora.