Heikki Patomäki |
En el mundo globalizado la cuestión de la solidaridad adquiere una nueva dimensión. La solidaridad transnacional aparece como la respuesta adecuada al poder de las compañías y el sistema financiero global. Numerosos analistas describen las formas en que los activistas cooperan por encima de las fronteras nacionales, creando redes, campañas y organizaciones. Sobran, sin embargo, los casos en que las nuevas formas de solidaridad se limitan a la resistencia contra las privatizaciones, la flexibilidad que acompaña las desregulaciones, y los recortes en los sistemas de bienestar. Al mismo tiempo, el campo emergente de la regulación transnacional del trabajo se limita por lo general al ámbito privado y voluntario. Por lo tanto, haría falta una concepción de la solidaridad más amplia y profunda.
Los significados de la solidaridad
La solidaridad es un concepto moderno. Está estrechamente vinculado al concepto jurídico de igualdad y el concepto político de democracia. En el movimiento obrero el concepto de solidaridad, a pesar de tener su origen en el ámbito legal y de usarse con finalidades múltiples, ha sido en su esencia también una forma de superar los dilemas relacionados con la organización de acciones colectivas. El concepto de igualdad política de la democracia burguesa de 1792 se convirtió en uno de los principios rectores de la emancipación social de los trabajadores apenas medio siglo más tarde. A partir de 1848 los activistas contemplaron a menudo una deuda social u obligación a la solidaridad, y cuando actuaron de conformidad con ella, lograron a veces ponerla parcialmente en práctica. En el mundo globalizado actual los intentos de crear y sostener movimientos sociopolíticos transformadores y de globalizar los sindicatos deberían caracterizarse por una puesta en práctica en este sentido, con base moral y orientación al futuro.