Michael Sommer |
Propuesta de un programa de estímulo, inversión y desarrollo económico para Europa, presentada por la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB, por sus siglas en alemán)
Por razones históricas, Alemania debe tener cuidado a la hora de dar consejos a otros países. Esto vale aun más si se tiene en cuenta la posición dominante que Alemania ocupa actualmente en la Unión Europea (UE). Pero la actitud de sabelotodo resulta especialmente problemática, si los consejos prestados son malos. Las medidas de austeridad en cuya adopción el gobierno alemán está insistiendo para responder a la crisis europea no solo están fracasando en lo económico, sino que también resultan socialmente injustas, al punto de convertirse en un peligro para la democracia y el proceso de integración europea, por el cual Alemania tiene una responsabilidad histórica especial. A pesar de que recientemente se han manifestado algunas tendencias anti europeas, y a pesar de la imagen de una población alemana supuestamente cansada de los paquetes de rescate que los medios difunden, en realidad la gran mayoría de la población alemana continúa apoyando al euro. Es un hecho a destacar, pero no hay que darlo por sobreentendido. Como sindicalistas alemanes recordamos la dura experiencia de la destrucción del movimiento sindical alemán por los fascistas hace 80 años y sabemos que una crisis económica sin respuesta adecuada encierra riesgos incalculables, desde desórdenes políticos hasta dictaduras fascistas y guerras.
La DGB propone una estrategia para Europa que sea una alternativa a la seguida por el gobierno en la actualidad. Nuestra propuesta apunta a concentrarse en aquello que demostró tener éxito en las crisis del pasado: inversiones que estabilicen y, al mismo tiempo, modernicen la economía. Esta estrategia basada en paquetes de estímulo no solo dio buenos resultados en Alemania en los comienzos de la crisis de 2008; también fue el elemento clave de la estrategia que en una época fue implementada en beneficio de varios países europeos: el Programa de Reconstrucción Europea (European Recovery Plan) o Plan Marshall. Este plan fue implementado en 1948 para contribuir a la estabilización económica y política de los países de Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial. El ambicioso programa de inversiones no solo fue exitoso en el corto plazo, sino que dio además un impulso a la modernización y se convirtió en el primer paso del camino hacia la integración europea. No cabe duda de que la integración europea ha avanzado en los últimos 65 años. Sin embargo, en un momento en que el desempleo juvenil se ubica en un promedio de 24% en la UE, y en más de 50% en España y Grecia,[1] la necesidad imperiosa de un cambio de rumbo es evidente. Pero la desigualdad social y el aumento del desempleo no son los únicos desafíos que Europa debe enfrentar. Al igual que el resto del mundo debe desarrollar estrategias para encarar los desafíos demográficos, la creciente incidencia del conocimiento y la tecnología en la actividad económica y la escasez de recursos naturales. Europa necesita un camino de largo plazo hacia el crecimiento y la modernización.
Con esta realidad como fondo preparamos el borrador de un nuevo “Plan Marshall” para Europa que, al igual que su predecesor, parte de las inversiones y la cooperación sostenibles, en lugar de una carrera a la baja sobre las espaldas de los trabajadores y a expensas de las generaciones venideras. Si bien el plan está centrado en Europa estamos convencidos de que nuestro enfoque puede despertar también el interés de otras regiones, y que puede ser entendido como contribución al debate sobre la globalización de la solidaridad.
Elementos clave de nuestro Plan Marshall[2]
Nuestro Plan Marshall para Europa nace de la convicción de que se requiere una estrategia política que tome en cuenta el crecimiento tanto a corto como a largo plazo. Por lo tanto fue diseñado como un programa de inversiones y desarrollo con un plazo de diez años (de 2013 a 2023). Proponemos para este período un conjunto de medidas de carácter institucional, inversiones directas del sector público, incentivos a las inversiones corporativas e incentivos al consumo. A diferencia de la medida mencionada en último lugar, que contribuye al combate de la crisis a corto plazo, las inversiones del sector público y los incentivos a la inversión requieren tiempo para poder generar un impacto. Sirven, sin embargo, como salvaguardia del crecimiento y las perspectivas de empleo a largo plazo mediante el fortalecimiento y la promoción de industrias y servicios modernos.
Además, el Plan Marshall mejorará la cooperación entre los países europeos: para que la ofensiva de modernización pueda abarcar a la UE entera se necesitarán inversiones masivas por un promedio de 110 mil millones de euros al año en toda Europa. Con esto los requerimientos financieros anuales se ubicarán en promedio en un total de 260 mil millones de euros, equivalente a algo más de 2% del Producto Bruto Interno (PBI). Difícilmente los países puedan financiar por separado un programa tan ambicioso de inversiones a largo plazo. Para ser más exacto, los países que hoy están en crisis no estarán en condiciones de implementar una iniciativa de modernización como la propuesta por sus propios medios. Por esta razón se necesitará un esfuerzo conjunto y nuevas instituciones europeas que cuenten con un financiamiento estable y sólido.
Dado el gran volumen de las inversiones requeridas sería fácil desestimar nuestro plan por falta de realismo; sin embargo, no hay que olvidar que el costo ocasionado por la estabilización del sistema bancario ya ha alcanzado la marca de 2 billones de euros. ¿Por qué no habría de ser realista y mucho más prometedor, destinar aproximadamente la misma suma para inversiones en las áreas de educación, innovación y trabajo digno en Europa por un período de varios años?
Financiamiento del Plan Marshall
La DGB propone la creación de un “Fondo para el Futuro de Europa” para el financiamiento del Plan Marshall. En Europa occidental, 27 billones de activos monetarios contrastan con un número cada vez más reducido de opciones de inversión seguras y rentables. Esta situación entraña la gran oportunidad de aprovechar el capital disponible en Europa para destinarlo a las inversiones que apuestan por su futuro. Para ello el Fondo para el Futuro de Europa emitiría bonos que devengarían intereses, al igual que una compañía o un Estado, a los que denominaríamos "bonos New Deal".
Las obligaciones de pago de intereses, con las que el propio Fondo para el Futuro de Europa debe cumplir, serían financiadas a partir de los ingresos de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), es decir un impuesto que se aplicaría específicamente a las transacciones financieras altamente especulativas. De esta manera se gravaría a los mismos actores de los mercados financieros que fueron los principales responsables de la mayor crisis financiera y económica de los últimos 80 años.
El Fondo para el Futuro deberá disponer de suficiente capital propio cuando entre en funciones. Hasta el día de hoy el peso principal del combate a la crisis ha recaído exclusivamente en los contribuyentes y los trabajadores. Por lo tanto ha llegado el momento de que las personas ricas y pudientes participen en la financiación extraordinaria para la capitalización inicial del Fondo para el Futuro. Para Alemania, proponemos un impuesto extraordinario sobre el patrimonio de 3%, aplicable a todos los activos privados que exceden a 500.000 euros en el caso de las personas solteras, y a un millón de euros en el de las personas casadas. Queda aún por especificar cómo este impuesto se concretaría. Los otros países integrantes de la UE tendrían que adoptar medidas similares con respecto a las personas ricas y pudientes.
Como una nueva institución europea, el Fondo para el Futuro de Europa debería someterse a un estricto control por parte del Parlamento Europeo. Atendiendo las propuestas de nueve ministros de relaciones exteriores sobre el futuro de Europa, el Parlamento Europeo debería aprobar todas las erogaciones del Fondo para el Futuro. Como prerrequisito para ello el Parlamento Europeo debe estar directamente involucrado en todos los procesos de toma de decisión.
Efectos macroeconómicos del Plan Marshall
El Plan Marshall de la DGB implica impulsos decisivos para un crecimiento cualitativo y la creación de trabajos dignos con futuro. Las inversiones y los subsidios a las inversiones por valor de 260 mil millones de euros al año se componen de inversiones directas e incentivos para inversiones por un total de 160 mil millones de euros y de 100 mil millones de euros que corresponden a créditos económicos a diez años concedidos a inversores privados. La combinación de préstamos a largo plazo en condiciones favorables e incentivos a la inversión debería estimular inversiones privadas adicionales y, con ello, contribuir a procesos privados de modernización en gran escala. Estos atraerían inversiones privadas complementarias y un impulso adicional al crecimiento de un valor anual total de 400 mil millones de euros, lo que supondría un impulso adicional al crecimiento superior a 3% del PIB de la UE en el año 2011. La gran dinámica de crecimiento tendría asimismo efectos positivos sobre el empleo. Además, una ofensiva de inversiones para la modernización a fondo de las economías nacionales de Europa desde el ángulo de la política energética traería aparejada la creación de 9 a 11 millones de nuevos puestos de trabajo a largo plazo. Nuestro programa tendría un efecto positivo a largo plazo para los países de la UE. Los costos correspondientes a las inversiones no quedarían a cargo de los presupuestos nacionales. Al contrario, los países recibirían impulsos adicionales al crecimiento y la creación de empleo, los que contribuirán significativamente a sus ingresos fiscales directos e indirectos por concepto del impuesto sobre la renta, el impuesto al valor agregado, los impuestos sobre empresas y sociedades así como las cotizaciones a los sistemas de seguridad social, al tiempo que servirán para reducir los costos del desempleo.
El futuro de Europa depende de las inversiones que se llevan a cabo en el presente. Europa tiene todos los recursos necesarios; ahora debemos trabajar juntos, combinando esas fortalezas y aprovechándolas para la transformación de nuestras sociedades y la creación de una Europa social capaz de convertirse en un modelo a seguir por otras regiones. Deberíamos contribuir asimismo al debate sobre una transformación global en el sentido del “Plan Marshall Global” que se está discutiendo desde el año 2003,[3] con el objetivo de transformar nuestras sociedades para un futuro mejor, en el que todos los grupos sociales tengan una participación justa en la riqueza creada.
Nuestra propuesta de un Plan Marshall para Europa puede ser descargada en inglés, francés, español, italiano y alemán: http://www.dgb.de/-/5Vx.
Por razones históricas, Alemania debe tener cuidado a la hora de dar consejos a otros países. Esto vale aun más si se tiene en cuenta la posición dominante que Alemania ocupa actualmente en la Unión Europea (UE). Pero la actitud de sabelotodo resulta especialmente problemática, si los consejos prestados son malos. Las medidas de austeridad en cuya adopción el gobierno alemán está insistiendo para responder a la crisis europea no solo están fracasando en lo económico, sino que también resultan socialmente injustas, al punto de convertirse en un peligro para la democracia y el proceso de integración europea, por el cual Alemania tiene una responsabilidad histórica especial. A pesar de que recientemente se han manifestado algunas tendencias anti europeas, y a pesar de la imagen de una población alemana supuestamente cansada de los paquetes de rescate que los medios difunden, en realidad la gran mayoría de la población alemana continúa apoyando al euro. Es un hecho a destacar, pero no hay que darlo por sobreentendido. Como sindicalistas alemanes recordamos la dura experiencia de la destrucción del movimiento sindical alemán por los fascistas hace 80 años y sabemos que una crisis económica sin respuesta adecuada encierra riesgos incalculables, desde desórdenes políticos hasta dictaduras fascistas y guerras.
La DGB propone una estrategia para Europa que sea una alternativa a la seguida por el gobierno en la actualidad. Nuestra propuesta apunta a concentrarse en aquello que demostró tener éxito en las crisis del pasado: inversiones que estabilicen y, al mismo tiempo, modernicen la economía. Esta estrategia basada en paquetes de estímulo no solo dio buenos resultados en Alemania en los comienzos de la crisis de 2008; también fue el elemento clave de la estrategia que en una época fue implementada en beneficio de varios países europeos: el Programa de Reconstrucción Europea (European Recovery Plan) o Plan Marshall. Este plan fue implementado en 1948 para contribuir a la estabilización económica y política de los países de Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial. El ambicioso programa de inversiones no solo fue exitoso en el corto plazo, sino que dio además un impulso a la modernización y se convirtió en el primer paso del camino hacia la integración europea. No cabe duda de que la integración europea ha avanzado en los últimos 65 años. Sin embargo, en un momento en que el desempleo juvenil se ubica en un promedio de 24% en la UE, y en más de 50% en España y Grecia,[1] la necesidad imperiosa de un cambio de rumbo es evidente. Pero la desigualdad social y el aumento del desempleo no son los únicos desafíos que Europa debe enfrentar. Al igual que el resto del mundo debe desarrollar estrategias para encarar los desafíos demográficos, la creciente incidencia del conocimiento y la tecnología en la actividad económica y la escasez de recursos naturales. Europa necesita un camino de largo plazo hacia el crecimiento y la modernización.
Con esta realidad como fondo preparamos el borrador de un nuevo “Plan Marshall” para Europa que, al igual que su predecesor, parte de las inversiones y la cooperación sostenibles, en lugar de una carrera a la baja sobre las espaldas de los trabajadores y a expensas de las generaciones venideras. Si bien el plan está centrado en Europa estamos convencidos de que nuestro enfoque puede despertar también el interés de otras regiones, y que puede ser entendido como contribución al debate sobre la globalización de la solidaridad.
Elementos clave de nuestro Plan Marshall[2]
Nuestro Plan Marshall para Europa nace de la convicción de que se requiere una estrategia política que tome en cuenta el crecimiento tanto a corto como a largo plazo. Por lo tanto fue diseñado como un programa de inversiones y desarrollo con un plazo de diez años (de 2013 a 2023). Proponemos para este período un conjunto de medidas de carácter institucional, inversiones directas del sector público, incentivos a las inversiones corporativas e incentivos al consumo. A diferencia de la medida mencionada en último lugar, que contribuye al combate de la crisis a corto plazo, las inversiones del sector público y los incentivos a la inversión requieren tiempo para poder generar un impacto. Sirven, sin embargo, como salvaguardia del crecimiento y las perspectivas de empleo a largo plazo mediante el fortalecimiento y la promoción de industrias y servicios modernos.
Además, el Plan Marshall mejorará la cooperación entre los países europeos: para que la ofensiva de modernización pueda abarcar a la UE entera se necesitarán inversiones masivas por un promedio de 110 mil millones de euros al año en toda Europa. Con esto los requerimientos financieros anuales se ubicarán en promedio en un total de 260 mil millones de euros, equivalente a algo más de 2% del Producto Bruto Interno (PBI). Difícilmente los países puedan financiar por separado un programa tan ambicioso de inversiones a largo plazo. Para ser más exacto, los países que hoy están en crisis no estarán en condiciones de implementar una iniciativa de modernización como la propuesta por sus propios medios. Por esta razón se necesitará un esfuerzo conjunto y nuevas instituciones europeas que cuenten con un financiamiento estable y sólido.
Dado el gran volumen de las inversiones requeridas sería fácil desestimar nuestro plan por falta de realismo; sin embargo, no hay que olvidar que el costo ocasionado por la estabilización del sistema bancario ya ha alcanzado la marca de 2 billones de euros. ¿Por qué no habría de ser realista y mucho más prometedor, destinar aproximadamente la misma suma para inversiones en las áreas de educación, innovación y trabajo digno en Europa por un período de varios años?
Financiamiento del Plan Marshall
La DGB propone la creación de un “Fondo para el Futuro de Europa” para el financiamiento del Plan Marshall. En Europa occidental, 27 billones de activos monetarios contrastan con un número cada vez más reducido de opciones de inversión seguras y rentables. Esta situación entraña la gran oportunidad de aprovechar el capital disponible en Europa para destinarlo a las inversiones que apuestan por su futuro. Para ello el Fondo para el Futuro de Europa emitiría bonos que devengarían intereses, al igual que una compañía o un Estado, a los que denominaríamos "bonos New Deal".
Las obligaciones de pago de intereses, con las que el propio Fondo para el Futuro de Europa debe cumplir, serían financiadas a partir de los ingresos de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), es decir un impuesto que se aplicaría específicamente a las transacciones financieras altamente especulativas. De esta manera se gravaría a los mismos actores de los mercados financieros que fueron los principales responsables de la mayor crisis financiera y económica de los últimos 80 años.
El Fondo para el Futuro deberá disponer de suficiente capital propio cuando entre en funciones. Hasta el día de hoy el peso principal del combate a la crisis ha recaído exclusivamente en los contribuyentes y los trabajadores. Por lo tanto ha llegado el momento de que las personas ricas y pudientes participen en la financiación extraordinaria para la capitalización inicial del Fondo para el Futuro. Para Alemania, proponemos un impuesto extraordinario sobre el patrimonio de 3%, aplicable a todos los activos privados que exceden a 500.000 euros en el caso de las personas solteras, y a un millón de euros en el de las personas casadas. Queda aún por especificar cómo este impuesto se concretaría. Los otros países integrantes de la UE tendrían que adoptar medidas similares con respecto a las personas ricas y pudientes.
Como una nueva institución europea, el Fondo para el Futuro de Europa debería someterse a un estricto control por parte del Parlamento Europeo. Atendiendo las propuestas de nueve ministros de relaciones exteriores sobre el futuro de Europa, el Parlamento Europeo debería aprobar todas las erogaciones del Fondo para el Futuro. Como prerrequisito para ello el Parlamento Europeo debe estar directamente involucrado en todos los procesos de toma de decisión.
Efectos macroeconómicos del Plan Marshall
El Plan Marshall de la DGB implica impulsos decisivos para un crecimiento cualitativo y la creación de trabajos dignos con futuro. Las inversiones y los subsidios a las inversiones por valor de 260 mil millones de euros al año se componen de inversiones directas e incentivos para inversiones por un total de 160 mil millones de euros y de 100 mil millones de euros que corresponden a créditos económicos a diez años concedidos a inversores privados. La combinación de préstamos a largo plazo en condiciones favorables e incentivos a la inversión debería estimular inversiones privadas adicionales y, con ello, contribuir a procesos privados de modernización en gran escala. Estos atraerían inversiones privadas complementarias y un impulso adicional al crecimiento de un valor anual total de 400 mil millones de euros, lo que supondría un impulso adicional al crecimiento superior a 3% del PIB de la UE en el año 2011. La gran dinámica de crecimiento tendría asimismo efectos positivos sobre el empleo. Además, una ofensiva de inversiones para la modernización a fondo de las economías nacionales de Europa desde el ángulo de la política energética traería aparejada la creación de 9 a 11 millones de nuevos puestos de trabajo a largo plazo. Nuestro programa tendría un efecto positivo a largo plazo para los países de la UE. Los costos correspondientes a las inversiones no quedarían a cargo de los presupuestos nacionales. Al contrario, los países recibirían impulsos adicionales al crecimiento y la creación de empleo, los que contribuirán significativamente a sus ingresos fiscales directos e indirectos por concepto del impuesto sobre la renta, el impuesto al valor agregado, los impuestos sobre empresas y sociedades así como las cotizaciones a los sistemas de seguridad social, al tiempo que servirán para reducir los costos del desempleo.
El futuro de Europa depende de las inversiones que se llevan a cabo en el presente. Europa tiene todos los recursos necesarios; ahora debemos trabajar juntos, combinando esas fortalezas y aprovechándolas para la transformación de nuestras sociedades y la creación de una Europa social capaz de convertirse en un modelo a seguir por otras regiones. Deberíamos contribuir asimismo al debate sobre una transformación global en el sentido del “Plan Marshall Global” que se está discutiendo desde el año 2003,[3] con el objetivo de transformar nuestras sociedades para un futuro mejor, en el que todos los grupos sociales tengan una participación justa en la riqueza creada.
Cuadro 1: Costo y beneficio promedio anual a largo plazo del Plan Marshall para la UE-27
Nuestra propuesta de un Plan Marshall para Europa puede ser descargada en inglés, francés, español, italiano y alemán: http://www.dgb.de/-/5Vx.
[1] Euro area unemployment rate at 11.8%, EU 27 at 10.7%. Comunicado de Eurostat, 8 de enero de 2013. Información disponible en: http://epp.eurostat.ec.europa.eu/cache/ITY_PUBLIC/3-08012013-BP/EN/3-08012013-BP-EN.PDF.
[2] Para una explicación detallada de las bases para la confección de los datos, v. Cuadro 1 al final.
[3] The Development of the Global Marshall Plan Initiative. Disponible en: http://www.globalmarshallplan.org/en/development-global-marshall-plan-initiative.
[2] Para una explicación detallada de las bases para la confección de los datos, v. Cuadro 1 al final.
[3] The Development of the Global Marshall Plan Initiative. Disponible en: http://www.globalmarshallplan.org/en/development-global-marshall-plan-initiative.
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Michael Sommer es presidente de la DGB alemana y la CSI .
Los artículos que integran este boletín son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la FES.