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Ronaldo Munck |
Algunos procesos hoy en curso ponen en duda la sabiduría popular de que la globalización neoliberal es un desastre sin precedentes para los trabajadores, los sindicatos y el movimiento obrero. Sin duda, los obstáculos a la organización de los trabajadores significan desafíos muy serios. La creciente movilidad del capital ha desencadenado un fuerte aumento de reubicaciones, externalizaciones y traslados al exterior. Las empresas multinacionales pueden amenazar con cerrar plantas de producción, si los trabajadores reclaman aumentos salariales o los Estados pretenden introducir impuestos. Los ejecutivos de las empresas multinacionales pueden enfrentar las plantas entre ellas al inclinarse por una u otra para lograr que las/los directores y trabajadoras/trabajadores locales hagan ofertas cada vez más bajas. Paralelamente, a partir de la creciente movilidad del trabajo se han incrementado los movimientos migratorios que pueden ser percibidos como una amenaza a los salarios y condiciones de trabajo, si los trabajadores migrantes ingresan a una fuerza de trabajo ya establecida. En esa situación las empresas pueden generar divisiones raciales, étnicas y lingüísticas con el fin de socavar la solidaridad.