Janine Berg |
En muchos países del mundo el Estado se ha ido retirando paulatinamente a lo largo de las últimas décadas, en un proceso que refleja la creencia de que la ampliación del espacio de las fuerzas del mercado redundaría en más crecimiento económico y, por consiguiente, mayores oportunidades económicas. Esta creencia ha quedado manifiesta en el impulso hacia la liberalización de los mercados de bienes y financieros a lo largo y ancho del mundo en las décadas de 1980 y 1990, pero también en las inversiones decrecientes que el sector público de muchas economías avanzadas vuelca hacia los servicios y bienes públicos así como hacia las políticas redistributivas.
No todos los países han implementado esos cambios con la misma convicción, ni han comenzado desde el mismo punto de partida.; no obstante, como efecto general se han generado niveles crecientes de desigualdad en casi todas partes del mundo: América del Norte, Europa, Asia y partes de África. En los años 2000 (no así en los 80 y 90) América Latina fue la excepción, sobre todo porque durante esta década muchos países de la región incrementaron las inversiones públicas, aumentaron los salarios mínimos e instituyeron políticas redistributivas.